A un año de los disturbios en Cuba: Sí, todo fue pagado por Washington


SE CUMPLE UN AÑO DE LOS DISTURBIOS del 11 y 12 de julio ocurridos en Cuba, donde decenas de personas —movidos por fuerzas de Estados Unidos—, destruyeron propiedad popular, golpearon transeúntes y ondearon banderas estadounidenses en algunos puntos de La Habana.

Doce meses después, grupos fascistas situados en las capitales de América y algunas ciudades del occidente de Europa, han convocado a movilizarse frente a las sedes diplomáticas cubanas para repetir una jornada de asedios contra la Revolución.

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Pero, al cabo de este año, varias investigaciones periodísticas dentro y fuera de Estados Unidos han arrojado luz sobre el trasfondo de los disturbios, revelando el cuerpo de Washington manipulando los asedios contra Cuba.

Por ejemplo, el periodista Alan MacLeod del portal MintPressNews.com, descifró documentos que revelan que el gobierno de Estados Unidos motivó los altercados en La Habana financiando a artistas, blogueros y otros “líderes” para provocar un “cambio de régimen” en Cuba. Así surgió la canción “Patria y Vida” (en contrasentido del lema revolucionario “Patria o muerte. Venceremos”) interpretada por un reguetonero llamado Yotuel, la cual sirvió de una especie de himno de los disturbios.

Al respecto, MacLeod publica:

“Lo que no mencionaron estos medios (en referencia a los medios que cubrieron los altercados) fue la notable medida en que raperos cubanos como Yotuel han sido reclutados por el gobierno estadounidense para sembrar el descontento en la nación caribeña. Las últimas publicaciones sobre subvenciones del National Endowment for Democracy (NED), una organización establecida por la administración Reagan como grupo de fachada de la CIA, muestran que Washington está tratando de infiltrarse en la escena artística cubana para lograr un cambio de régimen”.

El periodista estadounidense recalcó más adelante en su reportaje una declaración de Allen Weinstein, cofundador de la NED, quien dijo a The Washington Post que “mucho de lo que hacemos hoy (en Cuba) fue hecho de forma encubierta por la CIA hace 25 años”, confirmando la participación de manos pagadas por Washington en la fabricación del 11-J.

De hecho, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), oficina hermana de la NED, otorgó hasta dos millones de dólares en financiamiento a “grupos que utilizan la cultura par lograr un cambio social en Cuba”. Así, los disturbios de hace un año en La Habana comenzaron con supuesto colectivo artístico situado en el municipio habanero de San Antonio de los Baños y otras organizaciones, entre los cuales ya se han dictado sentencia sobre 129 personas por cometer disturbios y actos vandálicos por su participación en la destrucción de infraestructura popular.

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Pero, al cabo de un año, la Revolución Cubana permanece; y no solo eso, sino que, en contraparte, el gobierno de Estados Unidos hace agua con un presidente debilitado y aislado del resto de América.

Así se demostró en la pasada Cumbre de las Américas de Los Ángeles donde Joe Biden fue desairado por siete países de Latinoamérica liderados por México, quienes se negaron a asistir en protesta porque Washington le negó la asistencia a Cuba y Venezuela. En tanto que, algunos de los que sí asistieron, como el caso del argentino Alberto Fernández, aprovecharon la oportunidad para criticar en la cara del presidente estadounidense su política de segregación. Incluso, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, exigió la desaparición de la Organización de los Estados Americanos (OEA), brazo geopolítico de la Casa Blanca sobre el resto del continente.

De tal modo, Joe Biden se encuentra en un callejón sin salida. No tiene influencia sobre la América Latina de hoy. El mundo le exige, alzándole la voz, que cese el Bloqueo económico y comercial contra Cuba. Y, para colmo, el resto del mundo es testigo de su hipocresía sobre Ucrania.

Y mientras “Sleepy Joe” realiza tímidos intentos por recuperar terreno en las relaciones con La Habana con tal de salir del hoyo geopolítico, su postura hacia Latinoamérica continúa secuestrada por una mafia con sede en Miami desde donde salen miles de tweets alentando el montaje de protestas ahí donde la Revolución tenga un pie.

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