
por Alberto Buitre
A veces me desespera lidiar con la frustración y ese dejo de agonía política de quienes creyeron que «la transformación» de México podría venir simplemente tachando una boleta electoral. Y sin embargo, al dictarme la teoría y la experiencia que no hay etapas intermedias entre esta barbarie y un mundo nuevo, no puedo evitar que me duela el dolor de esos que se han hecho más pobres, más viejos, más tristes, entregando por 12 años a un mismo rostro sus justos sueños de bienestar.
Porque esos más pobres, esos más tristes, esos más viejos resultan ser personas de a pie, como yo, y van conmigo en el pesero, en el metro, en la calle, en la mesa de al lado. Esos que se confundieron al creer que en México aún existe la llamada «vía democrática» o que simplemente agotaron sus esfuerzos en el movimiento popular durante los años que ya se fueron y de los cuales no cosecharon más que amarguras. Esos a quienes igual los mata el sistema, como a cualquier obrero, campesino o defensor. Que con más o menos lectura que la de cualquier doctor en marxismo, el hambre de sus hijos hiere y mata igual. Y sin embargo. necios avanzan, equivocados se aferran, traicionados una y mil veces por sus propios partidos prefieren negarse a ver, porque en el fondo, la muerte es la inanición.
Vale, que sigan siendo lo que son, si así lo quieren seguir siendo. Porque el problema no es el deseo de cambio, o la conciencia revolucionaria. Tal vez un día les traicionen por última vez y entonces eleigrán entre la abdicación o regresar a la raíz de la causa: que aqui no se trata de izquierda o de derecha; se trata de una clase explotada por liquidar a una clase explotadora, de estos que estamos abajo contra esos que están arriba. El problema es, pues, de ubicación. La diferencia entre los que están arriba, por muy «progresistas» que se presuman, y los que estamos abajo, es una sola: de ellos, cuando es uno, es otro, nada pasa y siguen vistiendo caro y viviendo de lo mismo; en tanto nosotros, los que seguimos estando abajo, sólo nos tenemos a nosotros mismos para sobrevivir.
¿Qué opinas? Tu comentario es importante