Criticable, por donde se le quiera ver, es la actitud del Partido del Trabajo y de Andrés Manuel López Obrador respecto a la alianza “Hidalgo nos une”. No bastó con que Xóchitl Gálvez misma saliera una y otra vez al paso de las declaraciones del ex presidente Vicente Fox para advertir que no haría campaña con él y que, si acaso, sería “uno más, como muchos” que apoyan su candidatura. AMLO, ciego voluntario de las bases que lo siguen, no advierte que en Hidalgo, los mismos que lo apoyan, son los que ven en la virtual candidata opositora la vía a la alternancia democrática en este Estado. Ahora el PT irá con un ex priísta como Francisco Xavier Berganza por la gubernatura, irónicamente, ya hecho candidato del PAN en 1999. A dicho propósito se sumará Convergencia. ¿A quién beneficia esta ruptura, aparentemente ideológica? Al PRI y a su delfín, portadores del totalitarismo que sume a la entidad como el 5to más pobre de México. Al parecer, al petismo le resulta mejor negocio ser repisa del priísmo, que propuesta democratizadora. Y si acaso a López Obrador le importara, sabría que el 2012 se construye desde el 2010.